Los edificios de reciente construcción suelen disponer de zonas comunes adaptadas a las personas que discapacidad. En los más antiguos también es obligatorio, según la Ley de Propiedad Horizontal, en caso de que algún vecino mayor de 70 años o con discapacidad lo solicite. La comunidad no puede negarse y tiene que hacer frente a los gastos que supongan las obras para suprimir barreras arquitectónicas y facilitar el acceso a sus viviendas a las personas con problemas de movilidad.

Sin embargo, no tenemos por qué esperar a que un vecino lo solicite para hacer nuestras comunidades más accesibles y amigables para las personas que lo necesitan. Basta con fijarnos en pequeños detalles y modificar ciertas estructuras para facilitar la vida a vecinos y visitantes. Además, en la actualidad existen subvenciones públicas para ayudar a sufragar los gastos derivados de hacer más accesibles las zonas comunes de las comunidades.

Estas son algunas cosas que podemos hacer para que las comunidades de propietarios que administramos sean más accesibles:

  • Ascensor. Es un clásico indispensable en cualquier comunidad, pero todavía existen muchas fincas que no disponen de ascensor. En España se calcula que 100.000 personas con problemas de movilidad no salen nunca de su piso porque la finca donde viven no tiene ascensor. Y es que, aunque no concibamos una comunidad sin ascensor, existen todavía en nuestro país muchos edificios que no disponen de ellos. Es cierto que se trata de una obra que requiere una importante inversión, pero, además de que se puede contar con subvenciones de hasta el 40% para instalarlos, hacerlo mejorará mucho la calidad de vida de los vecinos y revalorizará las viviendas.
  • Rampas de acceso. Es otro clásico, pues son indispensables, ya no solo para que las personas que se desplazan en silla de rueda puedan acceder al edificio, también para facilitar el acceso a niños, ancianos o padres y madres con carros o sillas de paseo para bebés, e incluso para los deportistas que se desplazan en bicicleta o patinete. Además, se trata de una mejora que no requiere de mucha inversión.
  • Sillas salvaescaleras. Cuando, por causas estructurales y arquitectónicas, no es posible convertir parte de la escalera en una rampa, se pueden instalar sillas salvaescaleras o elevadoras para facilitar el acceso a las personas que no pueden entrar en el edificio por las escaleras o que van en sillas de ruedas.
  • Barandillas de seguridad. En las zonas más delicadas y difíciles de transitar, se puede requerir un punto de seguridad adicional, como una barandilla. No solo en las escaleras, también en sus aledaños y cerca de las ventanas.
  • Evitar escalones o baldosas prominentes. Especialmente en las zonas comunes ajardinadas, en muchas ocasiones se utilizan baldosas, empedrados… en los que es fácil que las personas con algún problema movilidad se tropiecen o puede ser difícil mover una silla de ruedas. Es mejor evitarlas, elegir baldosas más planas, con menos espacio entre ellas, y también los escalones, por pequeños que sean.
  • Cuidado con los pequeños obstáculos. Las zonas comunes deben ser lo más diáfanas y espaciosas posible para permitir moverse con libertad a todas las personas, pues, por ejemplo, una silla de rueda tiene que girar con facilidad. También hay que evitar a toda costa los obstáculos, como, por ejemplo, maceteros cerca de las zonas de paso, farolillos…Ya no solo por las personas con movilidad reducida, sino también para las que tengan problemas de visión.
  • Carteles en braille. Una buena forma de facilitar la comunicación con personas invidentes o con poca visión es poner las señalizaciones, la información de interés (como ciertos teléfonos), números de los portales y las casas, botones del ascensor, etc. en braille.
  • Buena iluminación. Las zonas comunes, tanto las exteriores como las interiores, deberán estar siempre correctamente iluminadas para evitar caídas y para que a las personas con alguna dificultad de visión o movilidad se puedan desplazar y orientar sin dificultad.

En Solucionaf existen un gran número de empresas que nos ayudarán a convertir las comunidades que administramos en zonas más habitables y solidarias. Aunque, como se puede comprobar, para hacer una comunidad más accesible no siempre hace falta invertir mucho dinero, basta con un poco de voluntad y empatía para convertirlas en lugares más inclusivos y empáticos.

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