Debido a la pandemia y las restricciones que implicaban en las piscinas en verano, muchas comunidades de propietarios decidieron no abrirlas o hacerlo a medio gas. Por este motivo, muchas piscinas necesitarán, antes de inaugurar la temporada de verano, una puesta a punto todavía más exhaustiva que otras temporadas.
Recordamos que, antes de que los vecinos puedan disfrutar de un baño, deberemos poner especial atención en cumplir las mínimas medidas de higiene y seguridad.
Limpieza a conciencia. Aunque el agua, si hacemos un mantenimiento adecuado, puede mantenerse de un ejercicio a otro, en caso de que no la hayamos utilizado alguno de los años anteriores, es conveniente que este verano sí cambiemos el agua de la piscina y limpiemos a conciencia el fondo. Esto servirá, además, para evaluar el estado del mismo y realizar alguna pequeña reparación si fuese necesario. A continuación, y una vez hechas las reparaciones, si fuese necesario, podemos proceder a limpiarla en profundidad. Para este paso, es mejor ponerse en manos profesionales, pues para eliminar toda la suciedad de manera adecuada se necesitan productos especiales, a menudo tóxicos. Este proceso tenemos que hacerlo varios días antes de la reapertura, pues requiere de unas 48 horas, al menos.
Mantenimiento y verificación del buen estado de los skimmers y la bomba de succión para asegurarnos un buen filtrado de la piscina durante su uso.
Aplicación de un producto alguicida. Para impedir que estos organismos proliferen en el agua y la contaminen, antes de llenar la piscina de agua, deberemos aplicar un alguicida, un producto destinado a crear una barrera de protección que impida que las algas se reproduzcan en el agua.
El llenado de la piscina deberá llevarse a cabo al mismo tiempo que aplicamos productos desinfectantes, que impedirán que los organismos peligrosos -como virus, bacterias y hongos- se multipliquen en el agua. La desinfección puede hacerse de manera manual, con el clásico cloro químico, Hipoclorito de Sodio (NaClO) o bromo, que además es blanqueante. Si lo hacemos de manera automatizada, la forma más práctica, podremos desinfectar con las sustancias anteriores o con otras más sofisticadas y novedosas, como la Ionización cobre/plata -que es más ecológica y no produce irritaciones-, electrolisis de sal o cloración salina -también menos irritantes- e incluso con otros métodos, como la luz ultravioleta o el ozono.
Vigilar el pH. Además de asegurarnos de que el agua de la piscina no contenga organismos perjudiciales para los usuarios, tenemos que cerciorarnos de que el pH del agua sea el adecuado. De lo contrario, también puede ser peligroso. Este debe mantenerse entre el 7 y el 7,8. Si está por debajo, es decir, si es ácido, puede irritar los ojos, corroer los metales…; y si está alto (alcalino) además de irritaciones de ojos y mucosas, destrucción de la capa natural protectora de la piel, el agua puede volverse turbia y hacer que los productos desinfectantes sean menos eficaces.
Para llevar a cabo este mantenimiento, las nuevas tecnologías pueden ser las grandes aliadas de la piscina comunitarias, pues existen pequeños dispositivos controlados a través del móvil que analizan en tiempo real la temperatura, el índice de PH y nivel de desinfectante de la piscina.
Además, como os contamos en un post anterior, deberemos repasar y corroborar que las piscinas de las comunidades que administramos cumplan los requisitos que se indican la normativa de la Comunidad de Madrid a través del Decreto 80/1198 por el que se regulas las condiciones higiénico-sanitarias y RD 742/2013 por el que se establecen los criterios técnicos-sanitarios de las piscinas.